lunes, 20 de abril de 2020

Lectura para 1.º y 2.º de ESO



Cuentan los que saben (pero Alá es más sabio) que cierto día, en Bagdad, un criado acudió al Califa de los creyentes. «Señor, acabo de encontrarme con la Muerte en la plaza del mercado y me ha hecho un gesto amenazador. Creo que viene a buscarme. Permíteme huir a Samarra, donde tengo familia, para esconderme y que no me encuentre». El Califa concedió el permiso y su criado partió de inmediato hacia Samarra. Poco más tarde, paseando por su jardín, el Califa se encontró con la Muerte y le preguntó: «¿Por qué has amenazado a mi criado?». La Muerte repuso: «Mi gesto no fue de amenaza, sino de sorpresa. Me extrañó encontrar por la mañana a tu criado en Bagdad porque tengo cita con él esta noche en Samarra».

Lo que acabas de leer es una de las muchas versiones que hay de un antiguo cuento persa. Autores contemporáneos como Jean Cocteau, Julio Cortazar, Jorge Luis Borges o Gabriel García Márquez, entre otros muchos, han reescrito este relato. También hay versiones en cómic, como la de la dibujante iraní Marjane Satrapi. ¿Cuál es el poder de esta breve historia? En cada versión cambian los personajes -en una, aparecen Salomón y un hombre cualquiera; en otra, un mercader y su criado-, cambian también los lugares -Isfahán, Samarcanda, Bagdad o Samarra-; pero hay un elemento que no varía: la Muerte, siempre fiel a la cita. La historia transmite un mensaje amargo: la profecía, cumplida al querer evitarse, enseña que el destino es inexorable y que la muerte es un final que no podemos impedir. ¿O sí? Lee la versión que de este cuento hizo el escritor vasco Bernardo Atxaga en su libro Obabakoak y verás cómo las cosas pueden ser diferentes. Y, como tarea, te propongo que escribas tu propia versión.

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