viernes, 29 de mayo de 2020

Sin la...


«No siempre es sencillo escribir un texto como este. Se ve pronto, pero quienes quieren conocer el motivo de todo seguro que se dicen: ¿qué tiene de difícil este escrito? El lector inteligente, inquieto y reflexivo lo descubre en un momento. Lo lee y lo percibe en un segundo. El escrito cumple, como requisito propio y evidente, que no contiene ningún término con cierto sonido. Sí, en efecto: no tiene… a

Este era un juego muy frecuente en la literatura barroca del siglo XVII. Los grandes ingenios de la época escribían novelas y poemas sin utilizar una determinada vocal. Yo he escrito un texto breve -no es fácil, eh-  en el que he prescindido de la letra a. La tarea que os propongo, para acabar la semana, es que hagáis algo parecido: componer una párrafo sin usar una de las cinco vocales. La que queráis.

jueves, 28 de mayo de 2020

Mucho cuento


dado-imagen-animada-0104  

«Una tirada de dados jamás suprimirá el azar» escribió un poeta francés. Sin embargo, hay siempre algo imprevisible en nuestra existencia. Hoy vamos a jugar al destino. Solo necesitáis un dado. Con él elegiréis un elemento de cada una de las seis columnas que aparecen en las fotos de abajo. Imaginad que tiráis el dado y sale un 4: el personaje será una duquesa. Otro lanzamiento y sale un 2: la acción se desarrollará en una aldea. El dado salta y sale un 5: en la historia juega un papel importante un anillo. Y así con las demás. Luego escribiréis una historia en la que se incluyan todos los elementos seleccionados. Seis tiradas del dado habrán marcado el destino. Como en la vida misma.
Aviso: pensar y escribir un relato lleva su tiempo. No hay prisa.

Malapropismos. Solución.

La actividad de ayer, hay que decirlo, no pretende burlarse de la ignorancia de nadie. El texto, evidentemente, es una exageración, una parodia. El narrador nos cuenta las desventuras de un personaje un poco peculiar: un poco brusco, algo primitivo (con un colirio y un champú le hubiera ido mejor), irritable (ay, su coche adorado). Y, al contar esta historia, el hablante imaginario comete muchos errores. Pero es solo una caricatura para enseñar y divertir. Nada más.

«La verdad es que el pobre tiene mala suerte con los médicos. La vez aquella que le escocían los ojos, le dieron un locutorio que no valió para nada. La otra, cuando le picaba tanto el cuero cabezudo, fue a la farmacia a pedir un remedio. Le dijeron que se tomara unas cláusulas de antibiótico, pero el tratamiento no surgió efecto. Así que se puso hecho un obelisco. Y es que esto es la pesadilla que se muerde la cola: él es muy nervioso, se lo toma todo a la tremenda, pero por tonterías. El otro día casi le da un cólico frenético cuando el coche, que lo había dejado como los chorros del loro, se le ensució todo al meter la rueda en un sobacón. ¡Qué gritos! Casi se arrasca las vestiduras

1. *Locutorio por colutorio.
2. *Cuero cabezudo por cuero cabelludo.
3. *Cláusulas por cápsulas.
4. *Surgir efecto por surtir efecto.
5. * Ponerse hecho un obelisco por ponerse hecho un basilisco.
6. *La pesadilla que se muerde la cola por la pescadilla que se muerde la cola.
7. *Cólico frenético por cólico nefrítico.
8. *Como los chorros del loro por como los chorros del oro.
9. *Sobacón por socavón.
10. *Arrascarse las vestiduras por rasgarse las vestiduras.

miércoles, 27 de mayo de 2020

Malapropismos

El malapropismo es un error que se comete al confundir palabras parónimas, es decir, palabras que suenan muy parecidas. Suele afectar a tecnicismos, que el hablante no conoce bien, o a frases hechas. Es un recurso humorístico frecuente en sátiras y comedias. De hecho, la palabra malapropismo procede del inglés, lengua en la que se creó a partir de un personaje de una obra teatral muy popular: la señora Malaprop, quien, en la comedia The Rivals de Richard Brinsley Sheridan, comete muchos errores de este tipo.
En el texto que viene a continuación he reunido diez malapropismos. Solo tenéis que copiarlos e indicar la palabra o las expresiones correctas.
Mañana pondré la solución.

«La verdad es que el pobre tiene mala suerte con los médicos. La vez aquella que le escocían los ojos, le dieron un locutorio que no valió para nada. La otra, cuando le picaba tanto el cuero cabezudo, fue a la farmacia a pedir un remedio. Le dijeron que se tomara unas cláusulas de antibiótico, pero el tratamiento no surgió efecto. Así que se puso hecho un obelisco. Y es que esto es la pesadilla que se muerde la cola: él es muy nervioso, se lo toma todo a la tremenda, pero por tonterías. El otro día casi le da un cólico frenético cuando el coche, que lo había dejado como los chorros del loro, se le ensució todo al meter la rueda en un sobacón. ¡Qué gritos! Casi se arrasca las vestiduras.»