Este otoño se han publicado dos nuevas ediciones de
Frankenstein o el moderno Prometeo, el clásico de Mary Shelley. La primera en llegar a las librerías ha sido la de
Nórdica Libros,
una cuidada edición, ilustrada de forma muy original por Elena Odriozola. Y poco después lo ha hecho la que aquí comentamos, la edición de Sexto Piso, con las celebradas ilustraciones del artista norteamericano Lynd Ward. Esta traducción de Sexto Piso reproduce el prólogo de 1831, en el que Mary Shelley describe la famosa velada junto al lago de Ginebra, en el verano de 1816, en compañía de Shelley, Lord Byron y su médico, "el pobre Polidori". El juego literario propuesto por Lord Byron -"Escribiremos cada uno una historia de fantasmas"- para entretener las tediosas horas de mal tiempo dio poco fruto (el cuento de Polidori no pasa de ser una curiosidad anecdótica), con la excepción del relato de Mary Shelley:
Yo me apresuré a "pensar una historia", una historia que pudiera rivalizar con aquellas que nos habían impulsado a la tarea. Una historia que hablara de los misteriosos miedos del ser humano y despertara la excitación del miedo, una historia que hiciera que el lector tuviera miedo de mirar a sus espaladas, que le helara la sangre y le acelerara el pulso.
En principio no iba a ser más que un cuento, "pero Shelley insistió en que desarrollara la idea y la ampliara". Y así alcanzó la dimensión y la forma de una novela, y así es como la han leído millones de lectores desde su publicación.
Lynd Ward (1905-1985) está considerado como uno de los pioneros de la novela gráfica, junto con otros artistas como Frans Masereel, Otto Nückel o Laurence Hyde. En el género de las
novelas sin palabras, que floreció en el periodo de entreguerras, el nombre de Lynd Ward es imprescindible. Quien no conozca obras suyas como
God's Man,
Wild Pilgrimage,
Mad Man's Drum o
Vertigo, puede disfrutar ahora con los grabados que reproduce este
Frankenstein editado por Sexto Piso.